Spain’s Got Talent. ¿Perdón?

Lo primero desearos Feliz Año… Lo segundo desearnos a todos una renovación, un soplo de aire fresco, en lo que al panorama musical estatal se refiere… Me explico. Mientras me preparaba para disfrutar de los primeros momentos del año en ese oasis, ese pequeño y azul reducto armónico que resiste ahora y siempre a las hordas invasoras de la mediocridad melódica (el Azzurro, por si no lo habíais pillado), hacía yo zapping ante lo que parecía una confabulación de todas las cadenas televisivas por emitir lo mismo, esto es, su particular y hortera popurrí de cantantes nacionales, cumpliendo a rajatabla la tan conocida ley conmutativa de la multiplicación (por lo menos para aquellos que nos libramos de cursar el actual modelo educativo): el orden de los factores no altera el producto… A cualquier cosa le llaman producto…

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Aunque parezca lo contrario, la hora larga que me tiré saltando entre canales fue de lo más didáctica…


¿Qué aprendí? Parafraseando a cierto anuncio de coches, que si «la originalidad musical se perdió en la década de los 70» finalmente desapareció con la entrada en escena de reality shows como OT (allá por el 2001)… Todas las cadenas se lanzaron a emitir actuaciones de los triunfitos (cuando la gala no era presentada por uno de ellos). Como no se puede llenar tres o cuatro horas con los mismos cantando lo mismo, o canciones de terceros, pues ponemos artistas latinos (verdaderos beneficiados del descalabro musical español), o hijos de artistas locales, vídeos de actuaciones previas al año 2000 y de vez en cuando, un destello de calidad (y ahora si que voy a dar nombres) como pueden ser: Amaral, La Quinta Estación, Fito & Fitipaldis (a los que debo dar la enhorabuena por una gira increíble que concluyó hace unos días con llenazo en Madrid…) y no muchos más…

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Pero, ¿qué ha pasado con nuestra música? ¿Se ha perdido el talento por siempre jamás? ¿Sacarán por Navidades la enésima recopilación (cambiando el orden de las canciones) de Miguel Ríos o Ramoncín? ¿Estamos avocados a escuchar a Bisbal, Chenoa, Bustamante, Civera o similares… hasta que la muerte nos separe? -con perdón y todo el respeto del mundo para ellos y sus seguidores, que son unos cuantos-. Realmente, ¿son tan malos estos programas de encuentra a un famoso? ¿Qué falla? ¿El modelo quizá?

Ante todo decir que me horrorizan este tipo de programas. Rebajan a la persona y en este caso limitan, imponen y degradan la calidad musical. Pero para algunos supone una oportunidad y por lo tanto es un modelo tan válido como el del que empieza desde cero, en un garaje con cuatro amigotes e instrumentos de segunda mano. El caso es que en vez de promover la diversidad, de estos subproductos surge lo que los productores, editores y cia. pensaban que estaba en el candelabro (guiño a la guapísima Sofía Mazagatos… que sí, que ya se que es candelero…) por aquel año 2001. ¿Quién triunfaba y vendía más discos? Chayanne, Ricky Martin, Carlos Baute, Diego torres… Y funcionó… El primer año. Casi todos siguen vendiendo discos, presentando programas o deambulando por las revistas del corazón. Incluso Rosa nos representó en Eurovisión (y no ha sido de las peores) y Gisela lo hará esta año por Andorra con el tema «Casanova«…

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Pero desde entonces hasta la última edición pocos, por decir algo, han destacado. Parece que por fin, o eso quiero pensar, se han abierto las puertas al cambio de estilo –Soraya o Edurne quizá- y demuestran que las apetencias de un público ya hastiado de tanta bulería y con inquietudes intelectuales más elevadas, han comenzado a imponerse. Porque, lo creamos o no, el panorama musical de los últimos tiempos ha bailado al son de lo que nos dictaban estos señores. Incluso el saltito de Bisbal a posiciones más pop-rockeras (adiós a sus ricitos y camisas horteras, que por cierto, causaron furor… y estragos) con guitarra eléctrica incluida, son un indicio de que la falta de seriedad e ideas en la música, la prepotencia de los que nos imponen este modelo de negocio y la indulgencia de un público más que saturado, están obsoletas.

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Me van a decir que de los infinitos castings -calcular varios miles de personas por capital de provincia, durante 7 años, para los tres o cuatro programas del pelo- solo una centena de concursantes tenían algo que ofrecer… O solo unos pocos cumplían con los requisitos necesarios, y más que inquietante, impuestos por unos desalmados para pasar no sé cuantas semanas en plan Gran Hermano (morbillo y audiencia asegurada), que supieran cantar, fueran jóvenes (con posible trayectoria) y medianamente atractivos, estar dispuestos a ser humillados y un largo etc… Todo hay que decir que a estos eventos se presenta cualquiera, algunos con más talento que otros, y que son necesarias infinidad de cribas, seguro que injustas para más de uno, y que los jurados se las verán y desearán para ajustarse al guión impuesto (unas veces con ganas y otras con pena)…

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Que sirva como ejemplo el anodino, a primera vista, e introvertido ganador de la última edición de «Britain’s Got Talent«: Paul Potts. Hay varios momentos a remarcar. El primer gesto de Amanda Holden (menudo bellezón), antes de que se presente el concursante, es mirar la hora (aunque pasa casi desapercibido). El careto de Amanda y el cruce de miradas de Piers Morgan y Simon Cowell (el Risto británico) como diciendo: otro freak que nos va a hacer perder el tiempo, cuando les dice que va a cantar opera. Y la mirada de Paul, que expresaba algo así: ya se lo que pensáis… más vale que os hayáis puesto el dodotis… Los primeros momentos en los que los jueces despiertan de su apatía y los siguientes en los que se dan cuenta de que al que se le ha hecho perder el tiempo durante toda su vida vendiendo teléfonos móviles es el que a golpe de diafragma y durante tres electrizántes minutos declama el aria más hermosa jamás escrita (de la opera Turandot de Giacomo Puccini). No es Pavarotti pero a mi me pone los pelos de punta cada vez que lo veo.

Como despedida, y por las fechas, os dejo el christmas navideño de los ganadores de programas similares en Alemania. Que no lo hacen nada mal. Aunque son más de lo mismo… Eso si, me gusta más esta versión que las de los artistas consagrados que os muestro a continuación…

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Y los «originales» con cantantes de pro:

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¡¡¡FELIZ 2008!!!

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Publicado en Blog, Pop

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